Tenía ganas de que pasara esta semana y, con ella, las juntas de preevaluación de mi alumnado y la reunión de tutoría con los padres y madres de mi grupo de 1º de bachillerato, para sentarme a comentar el éxito de la movilización 15o de los indignados a nivel global. Pero en esta noche de jueves 20 de octubre, dos acontecimientos se erigen como máximos protagonistas de la actualidad y hacen que quiera dedicarles las siguientes líneas. El primero es la declaración de alto el fuego permanente de ETA. Celebro la noticia. Porque entiendo que supone el final de una situación absurda que ha causado mucho sufrimiento y ha hecho vivir atemorizadas a muchas personas durante años y años. Lo que ya no me parece tan bien es que se presente como el producto de de una “Conferencia de Paz Internacional” que tuvo lugar hace unos días en San Sebastián y que contó con la presencia, entre otros, de Kofi Annan o Gerry Adams. Porque los cuatro terroristas que quedaban en nuestro país apenas disponían de recursos para seguir cometiendo atentados sin caer en el intento, ya no recibían ni siquiera el apoyo de la izquierda radical del país vasco, y su “causa” se mostraba más ridícula que nunca. Vamos que más que a ser “mediadores” o “supervisores”, a lo que se han prestado esos personajes que accedieron a salir en la foto es a ser meros testigos de una especie de extrema unción (y para semejante viaje, no hacían falta tantas alforjas). Y que los de Bildu y compañía no se empeñen en hacer creer a nadie que aquí no ha habido vencedores ni vencidos, ya que ninguna de las históricas reivindicaciones de la banda ha sido alcanzada, buena parte de sus miembros van a pasar años y años en la cárcel (y los demás van a tener que buscarse un trabajo de ocho horas y madrugar), y los demócratas podrán pasearse por las calles por delante de quienes les miren de reojo ciertamente más fortalecidos y libres que nunca. El otro suceso que ha saltado a las portadas de los principales medios de comunicación de todo el mundo y que en estos momentos me tiene conmocionado es la muerte de Gadafi. Pienso que este sujeto también ha sido un fenómeno generador de enormes penalidades a su pueblo, de unos cuantos asesinatos de civiles y, todo ello, bajo un disfraz más propio de un payaso de feria, (ojo, invitado hasta hace pocos meses a sus “palacios” por los mandatarios de los principales países desarrollados, incluido el nuestro) que de uno de los mayores tiranos de la historia contemporánea. Pero lo deseable sería haberlo visto juzgado por un alto tribunal por todos y cada uno de sus crímenes y cumplir la condena correspondiente, y no, a tenor de lo que se ve en algunos videos, salvajemente linchado por quienes dicen querer construir una democracia en el Líbano. Y si la OTAN ha tenido capacidad para detener el convoy en el que al parecer huía, quizás también haya podido tenerla para capturarlo y sacarlo con vida de su ciudad natal… pero eso constituye otro de esos interrogantes sobre los que los pobres mortales jamás tendremos respuesta exacta por parte de quien está en condiciones de darla.
Seguimos.