Hace un año, por estas fechas, celebraba el alumbramiento del
movimiento 15M y, con él, el surgimiento de una sorprendente corriente crítica en
contra del mal rumbo que estaba tomando nuestra economía y nuestra cultura en general
causado, fundamentalmente, por la nefasta labor de casi todas las personas que
nos gobiernan a distinto nivel. Han ocurrido muchas cosas notorias desde
entonces: un acentuamiento considerable de la crisis económica, el triunfo del
PP en las Elecciones Generales y Municipales, la Reforma Laboral, los recortes
en Sanidad y Educación… De todas ellas ha pretendido hacerse eco, aunque sólo
fuera ante los acontecimientos más relevantes, esta bitácora. Con la respuesta a
las mismas de la ciudadanía ha ocurrido algo parecido: se ha significado, con
más intensidad que como lo venía haciendo, al menos cuando los fenómenos han
superado los límites de lo sensatamente aceptable. Lo más importante
es que aquel suceso sin precedentes en la historia reciente de nuestro
país que tuvo resonancia a nivel internacional, la Spanish Revolution, ha deparado una nueva forma de posicionarnos
ante la realidad. Me atrevería a decir que hasta un nuevo modo de vida en el
que han pasado a ser actos cada vez más cotidianos mantenernos informados sobre lo
que está ocurriendo, hablar de
ello con los demás, valorar con mayor detenimiento
y exhaustividad las actuaciones de los representantes políticos, e incluso
asistir de vez en cuando a alguna asamblea o manifestación. Por ello, creo que
debemos congratularnos. Hemos de ser conscientes de que son enormes y muy
graves los problemas que nos afectan, y ciertamente largo el trecho que queda hasta su posible solución, pero también muy grandes las transformaciones deseables que
podemos ir consiguiendo si continuamos esta tendencia. Y no por manida, voy a dejar
de evocar la frase del poeta que me sale al encuentro en este punto del
viaje: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar…”