El periódico no deportivo de mayor tirada en nuestro país da
cuenta, en titulares, a toda página, de una presunta trama de corrupción a gran
escala que afecta, sin ir más lejos, a casi toda la cúpula del actual Gobierno,
incluido el Presidente. Los principales medios de prensa extranjeros se hacen
eco de la noticia. El Ejecutivo, tras una reunión de urgencia, se apresura en
salir a la palestra a negarlo todo. Aunque alguno de sus miembros, como el
Presidente del Senado, haya reconocido que el apunte realizado sobre un crédito
de cinco millones de pesetas que en su día pidió para realizar obras en su
vivienda, en los papeles con la contabilidad durante muchos años no declarada a
Hacienda que se atribuyen al extesorero del Partido Popular (acusado de tener
cuentas ocultas en paraísos fiscales por valor de más de 20 millones de euros),
se corresponde con la realidad.
Lo menos que cabe esperar ahora es que la Justicia abra una
investigación todo lo exhaustiva que la gravedad de la situación requiere.
Mientras, la ciudadanía, salvo tímidas manifestaciones, y en
relación también con unos cuantos escándalos que sacuden a alcaldías,
Comunidades autónomas e incluso la Casa Real, está dejando pasar una tremenda
ocasión para salir a la calle a mostrar su rechazo, a exigir responsabilidades,
a decir basta a todos esos individuos que, desde sus cargos políticos a lo que se
dedican, entre otros delitos, es al tráfico de influencias o al robo a manos llenas del dinero público.