martes, 21 de febrero de 2012

Luis Vives y porras

Para hoy hay convocadas en Valencia y otras capitales como Madrid, Barcelona o Sevilla, diversas manifestaciones para denunciar las cargas policiales que tuvieron lugar el viernes día 15 y durante la tarde y la noche de ayer en la primera de estas ciudades, principalmente contra estudiantes, profesorado, padres y madres que protestaban por los recortes que está sufriendo el sistema educativo en su Comunidad. Los incidentes se saldaron con varias personas  heridas y detenidas, entre las que se encontraban menores de edad.
Es muy probable que en estas nuevas movilizaciones hagan acto de presencia (además de miembros de partidos e instituciones que buscan obtener rentabilidad política), algunos antisitema que aprovecharán la publicidad que va a darse a las mismas para mostrar su particular idea de lo que es reivindicar derechos sociales y construir un mundo mejor. Pero el Ministro de Interior no puede justificar, como ha hecho, las últimas actuaciones policiales aduciendo una presencia significativa de los mismos. Porque éstos, habida cuenta del número y perfil de quienes ocuparon las calles, con los medios de que disponen las fuerzas de seguridad (agentes infiltrados, grabación de videos, etc.), podrían haber estado en todo momento bajo control y haber sido detenidos antes incluso de llegar a cometer actos delictivos. Y cuando el Jefe Superior de la policía de Valencia califica a los protestantes como “enemigos”, quizás se le deba pedir que explique, ya de paso, cuál es su interpretación del video con casi 40.000 visitas en YouTube titulado “Infiltrado calvo camiseta roja…” Por lo que respecta a la Delegada del Gobierno, que considere si no podría haber evitado el desarrollo que han adquirido los acontecimientos comportándose desde el principio  de manera más dialogante (permitiendo incluso un corte de la vía pública simbólico), si hubiera ordenado tener en todo momento sumo cuidado con el empleo que se hacía de la fuerza (aplicándose como medidas más proporcionadas cordones policiales o formaciones de agentes que pudieran ganar posiciones con ayuda de su corpulencia, destreza y escudos), si hubiera sido consciente, ante todo, de que quien iba a tener delante, sin más arma que su voz, era la comunidad educativa del Luis Vives clamando por la falta de recursos que sufren porque algunos gobernantes han malgastado el dinero público.
En cualquier caso, lo más preocupante es que aquí, una vez más (ojalá me equivoque), nadie va a sentirse responsable de los males causados, ni a ceder su sitio a otra persona que reúna una serie de méritos que permitan pensar que puede hacerlo mejor.

jueves, 2 de febrero de 2012

Movilización

Los recortes en educación y sanidad llevados a cabo por el Gobierno de la Generalitat Valenciana nada más comenzar el año son, probablemente, los más graves que jamás han tenido lugar en la Historia democrática de nuestro país. Es cierto que vivimos tiempos difíciles, bajo una tremenda crisis económica y que se hacen cesarias medidas excepcionales. Pero cargar contra las dos prestaciones más importantes que ha de procurarse al conjunto de la ciudadanía en cualquier Estado moderno, a la larga, traerá consigo una creciente desconfianza en nuestros gobernantes, mayores penurias a las clases más desfavorecidas y serias carencias en nuestros jóvenes que harán que se encuentren en clara desventaja frente a los jóvenes de otros países en los competitivos escenarios profesionales con los que van a encontrarse de cara al futuro. Estamos hablando, sin ir más lejos, de largas listas de espera en las intervenciones quirúrgicas, o de falta de medios y grupos de alumnado en cada aula que exceden con mucho la ratio que aconsejan los expertos. Y que nadie intente hacer creer a la sociedad que es al funcionariado y personal interino de estos y otros sectores a quien hay que exigir un mayor sacrificio, dado que se encuentran en una situación realmente privilegiada. Porque no cabe hablar de privilegio si cualquier persona puede aspirar, en igualdad de condiciones, a formar parte de esos colectivos. O si, como norma general, para alcanzar semejante meta, hay que dedicar unos cuantos años de vida a realizar estudios (con esfuerzo, privaciones  y dinero que la familia ha ahorrado para tal fin), y luego hay que presentarse  a unas cuantas oposiciones (con su correspondiente carga de sufrimiento). Todo para tener un sueldo bastante menor que el de un oficial de albañil, hasta hace poco, o el de un fontanero hoy en día. Añádase que la inmensa mayoría de los empleados públicos de distinto rango en las diferentes administraciones son gentes que madrugan para ir al trabajo, que tienen que llevarse a casa buena parte de él para dejarlo acabado, y que intentan hacerlo con esmerada profesionalidad, y si cabe, cada día mejor. Quienes realmente disfrutan de unos privilegios que llaman la atención son los políticos de nuestros ayuntamientos y comunidades autónomas, por no hablar de los Diputados, Senadores y otros altos cargos (con su extraordinaria pensión de jubilación con tan solo 7 años cotizados a la Seguridad social y un impuesto de la renta que no llega al 5%),  coches oficiales, asesores, abultadas dietas cada vez que salen de viaje, tarjetas visa oro para “gastos de representación”, teléfono gratuito, etcétera. Con todo, lo que más me preocupa y entristece, es que algunos de estos “prohombres”, como el señor Vela (que después de tres legislaturas como Conseller de economía ha dejado a la Comunidad Valenciana al borde de la quiebra), no se den por aludidos, ni siquiera tras las voces acusadoras de decenas de miles de manifestantes que han recorrido las calles de las principales ciudades de esa comunidad en los últimos días, y sigan en sus puestos de mando como si nada pasara. Por eso, ahora más que nunca, tenemos que movilizarnos para evitar una flagrante vulneración de nuestros derechos, exigir responsabilidades a este tipo de gestores de lo público y ponerlos en su sitio. O eso, o seremos merecedores de ellos con todas sus consecuencias…